Activismo sostenible: cómo evitar quemarse:
Creemos que es una buena base para pensar cómo afecta la
militancia (o el activismo
político, cualquiera de las dos maneras de
hablar es bastante fea e imprecisa) a la salud mental. Es cierto que el
texto tiene un tono muy propio de la propaganda anglosajona (lo cual
puede generar cierta distancia en lectores como nosotros), pero seguro
que muchas de las personas que leen primeravocal.org con cierta
asiduidad son capaces de reconocer situaciones y sensaciones que él se
describen. Cómo están nuestras cabezas no solo no debería ser un tema
tabú en los espacios de lucha políticos, sino que tendría que ser una de
nuestras prioridades colectivas.
La
astenia supone un problema en todos los
movimientos políticos y sociales. Cada día, activistas comprometidos
sufren y abandonan la lucha porque se queman. En gran medida, se
considera que la astenia activista es una consecuencia de la implicación
en el activismo. Sin embargo, al trabajar en grupo, si una persona
sufre de astenia, se suele producir un efecto negativo en el colectivo.
La forma en la que nos comportamos con nosotros mismos y con los que
nos rodean tiene un profundo impacto en nuestras vidas. Todo proceso o
acción que esté resultando divertido y efectivo puede convertirse en
algo negativo a causa de la astenia. De ninguna manera, se trata de
culpar o atacar a la gente que sufre de astenia activista, más bien de
enfatizar el hecho de que necesitemos apoyarnos los unos a los otros de
una forma más concreta. No tenemos que aceptar la astenia como si fuese
uno de los “gajes del activista”.
No tenemos por qué seguir perdiendo buenos compañeros.
Esta artículo nace de la premisa de que el método más eficaz para
cambiar nuestra sociedad y, en consecuencia, frenar la destrucción de la
Tierra, es a través de la transformación de nosotros mismos y de la
manera en la que interactuamos con los otros y con la Tierra. Esto, en
parte, es de lo que trata nuestro movimiento, de hacer las cosas
diferentes, más auténticas, y, lo más importante, por vías menos
destructivas. Para conseguir que nuestro modelo de activismo sea más
sostenible, es necesario ocuparnos de valorar nuestra
salud mental, emocional y física. Así, evitamos la astenia y, por lo tanto, continuamos la resistencia.
¿Qué es la astenia?
“La astenia se define y se experimenta de modo subjetivo, como un estado de
agotamiento físico, emocional y mental causado por la implicación en situaciones emocionalmente exigentes.
Las exigencias emocionales suelen ser causadas por la combinación de
grandes expectativas y tensiones situacionales crónicas. La astenia está
acompañada de varios síntomas como el agotamiento físico, sentimientos
de impotencia, desesperanza y desilusión, el desarrollo de un concepto
negativo de sí mismo y actitudes negativas hacia el trabajo, la gente y
la vida misma. En su forma extrema, la astenia representa un punto de
ruptura con la realidad por el que se hace considerablemente duro el
seguir luchando por cambiar este mundo”.
Fuente: Career Burnout – Causes and Cures, Ayala Pines and Elliott Aronson, The Free Press 1998.
Básicamente, la vida se vuelve ácida y, al perder tu chispa, dejas de
pasártelo bien y ya no eres alguien divertido con quién estar. Sin
embargo, también podemos ver la astenia como una
señal de aviso.
En este sentido, es una oportunidad para revalorizar y volver a definir
nuestras prioridades, para desarrollar métodos de trabajo más
sostenibles y sanos. Citando al infame psiquiatra de los años 60 R.D.
Laing: “No tiene por qué ser todo crisis, también puede ser un gran
logro.”
La astenia suele ser el resultado de trabajar demasiado duro, de
experimentar demasiada tensión o demasiadas situaciones
estresantes. Esto puede ocurrir cuando nos exigimos demasiado a nosotros
mismos, al fijarnos normas idealistas y soñadoras, siendo incapaces de
delegar y de darnos un tiempo muerto. En otras palabras, esto ocurre
cuando no nos valoramos lo suficiente y obviamos nuestras propias
necesidades básicas. A tener en cuenta:
La astenia activista se desarrolla lentamente, en un largo periodo de tiempo. Se expresa física y/o mentalmente. Los
síntomas de este tipo de astenia incluyen:
• Una conciencia progresiva de que el activismo está absorbiendo tu vida.
• Dificultades a la hora de tomar decisiones.
• Incapacidad de mantenerse concentrado.
• Insomnio y otros problemas para descansar lo necesario.
• Tendencia a pensar de una forma cada vez más negativa.
• Un profundo sentimiento de desesperanza.
• Pérdida del sentido de la lucha y de la energía.
• Indicios físicos de astenia como tensión muscular, restricciones del
flujo sanguíneo a los tejidos y un aumento de adrenalina. Estos síntomas
fisiológicos pueden producir dolores de cabeza y/o de espalda y
cansancio.
• Pérdida del placer en la comida, en los amigos y en otras actividades que antes resultaban interesantes y agradables.
• Otras señales de advertencia de la astenia son las rabietas sobre
asuntos triviales, el deseo de no salir de la cama por la mañana o la
tendencia a sufrir accidentes.
¿Qué causa la astenia y qué contribuye a desarrollarla?
La
acción directa suscita emociones extremas. Se
pueden experimentar cosas increíbles de forma muy rápida. Mucha gente
cree que difundir la acción directa es extraordinario, que les cambia la
vida y les fortalece. Pero algunos, sobretodo si no han conseguido su
objetivo, creen que es la peor experiencia posible y aseguran que nunca
más volverán a sufrir por ello.
En resumen, para la mayoría de la gente la acción directa puede ser muy
traumática
en algunas ocasiones. La mejor forma de superar todas las tensiones es
la ayuda y el apoyo mutuo. La tensión comienza al soltar adrenalina, lo
que produce estallidos temporales de energía. Al presionarnos a nosotros
mismos cada vez más, podemos llegar a lo más alto, pero esto no dura
para siempre. Deberíamos continuar la acción relajándonos y
acurrucándonos en nuestro rinconcito para recuperarnos. Si no lo
hacemos, ignorando los mensajes que nos dicen que algo va mal, entonces
nuestros cuerpos y nuestras mentes recurren a algo doloroso o dramático
para captar nuestra atención. Esto es astenia.
No somos ni máquinas infatigables ni soldados que pueden soportar
abusos indefinidamente. Disgustarse a menudo es positivo y saludable;
sería preocupante si nada nos afectara. Es importante
que la gente hable y que tome su tiempo para
escuchar las preocupaciones y las ansiedades de los demás.
Necesitamos asegurarnos de que cuidamos unos de otros, incluyendo a la
gente “fuerte” que finge estar siempre bien. No temamos expresar
nuestros sentimientos a los demás.
Es difícil tratar la astenia, ya que la persona afectada puede
asegurar que está perfectamente. Si notamos que alguien entre nosotros
se está acercando al precipicio, tratemos de aliviar su presión sin
cuestionarle. Si crees que eres tú mismo te estás quemando de esta
manera,
no dudes en pedir ayuda.
Lucha interna:
Una de las grandes causas de la astenia ocurre cuando los grupos o las
personas discuten, y gastan sus energías en una lucha interna. Esta
lucha suele darse cuando la gente estresada intenta culpar a alguien
para que éste pague el pato. Así, la astenia puede manifestarse como
desconfianza, acoso, intimidación, abuso y chismorreo.
Hay que prestar atención a las
dinámicas de grupo. Darse cuenta de la gente que difunde
rumores malintencionados y sentimientos negativos:
suelen estar hiper-estresados y no son de fiar (ésta es una táctica
común utilizada por los “topos” para desestabilizar los grupos). Antes
de empezar a desconfiar, tratemos de hablar con esa persona para ver si
sus acusaciones tienen fundamento o no.
Las cazas de brujas paranoicas no ayudan a nadie. Sobre todo, tratemos de ser amables con los demás y con nosotros mismos. Valoremos al otro.
Cultura activista:
Algunas investigaciones han destacado que la astenia activista suele ser causada por
gente que se marca a sí mismo grandes expectativas de forma ilusoria,
que nunca están disponibles para quedar y que se comportan de forma
excesivamente severa consigo mismos. Cargar todo el peso de la lucha
sobre sus hombros y no permitirse descansar hasta que los problemas de
este mundo hayan sido resueltos, es una manera segura de agotarse. Para
más información:
www.parkc.org/activist.htm.
¿Qué tipo de cultura muestra devoción por tales actitudes
personales? Como movimiento, ¿aceptamos los periodos de escasa
motivación al tiempo que respetamos a la gente, admitiendo que necesitan
un descanso para recargar las pilas? ¿Respetamos a los activistas que
aceptan el hecho de que no tienen el tiempo y la energía suficientes
para llevar a cabo las actividades que se están realizando? O, más bien,
¿el respeto y el prestigio en nuestro grupo son asegurados a través de
una especie de devoción a la causa que requiere un sinfín de sacrificios
personales?
¿Supone un peligro que la urgencia natural del trabajo activista fomente una
conducta ética extremadamente dañina? Aunque quizás comprensible,
¿puede una cultura que respete el sacrificio personal finalmente ser sostenible o efectiva?
La ciega devoción a la causa en la cultura activista hace que el
grupo pierda continuamente a sus compañeros más comprometidos, además de
mantener la tendencia a desmotivar a los nuevos compañeros que
pretenden implicarse. Si queremos convertirnos en el cambio que deseamos
ver en toda la sociedad, es hora de aceptar que empujarnos sin parar a
nosotros mismos y a los que están a nuestro alrededor no es ni deseable
ni sostenible. Necesitamos recordar que
cambiar el mundo es un maratón, no un sprint. Necesitamos moderar nuestro ritmo.
Estrategias para evitar la astenia activista haciendo un activismo sostenible:
Nuestro compromiso a menudo necesita una revisión y una poda para
prevenir la saturación. Más vale encargarse de algo sin decirlo
públicamente, que no hacerlo cuando la gente piensa que te estás
encargando. Cuando lo necesitemos,
tomemos un descanso,
es decir, planeemos un tiempo muerto antes, durante y después las
grandes acciones o las largas sesiones de trabajo, con el fin de buscar
el equilibrio entre la acción y lo que es bueno para nosotros y nuestras
necesidades.
¿Cuáles son las situaciones que más nos desgastan? ¿Podemos buscar formas de lidiar con ellas?
No estamos obligados a participar en toda acción que se tercie, simplemente no lo hagamos si no estamos bien.
Conocer nuestras propias motivaciones en la lucha es una ayuda. A veces la gente se pasa al activismo para
expresar la rabia y el dolor surgidos de sus problemas personales,
por ejemplo, una infancia violenta o experiencias complicadas en la
vida que no surgen necesariamente de aspectos políticos. De esta manera,
en términos de sostenibilidad, es útil saber de dónde surge cada
conflicto.
Soportar la implicación a largo plazo en situaciones emocionalmente
exigentes es más sencillo cuando se tiene una forma de liberar las
emociones creadas por dichas situaciones. Puede ser a través de
redes de apoyo, terapias de grupo, sexo, naturaleza,…
En fin, todo lo que permite desconectar del trabajo ayuda a sacar lo
mejor de nosotros mismos y de los demás. Para ello, es importante
aprender y practicar el arte de dejarse llevar. Primero, hay que plantar
cara, es decir, aceptar y trabajar a través del dolor, del estrés, del
miedo (y no mostrar victimismo) para llegar al punto de poder dejarse
llevar y dejar atrás los sentimientos negativos.