(Artículo copiado de http://www.anarquistasgc.net/)
Mirando al pasado para descifrar el futuro
La Rebelión de Kronstadt y el tema de la vivienda
Por V.M.
Eichenbaum ‘Volin’ (1945).
Bandera anarquista de los marineros de Kronstadt |
A principios de 1918, la
población laboriosa de Kronstadt, tras debates en múltiples reuniones,
decidió
proceder a la socialización de locales y viviendas. Se trataba, primero,
de
obtener el consentimiento y el concurso del soviet local; luego, de
crear un
organismo competente, encargado de la recepción y examen de los
inmuebles, de la equitativa distribución de los alojamientos, de su
reparación y cuidado, y de las nuevas construcciones. En el grandioso
mitin
último se encargó a algunos miembros del soviet (socialistas
revolucionarios de
izquierda y anarcosindicalistas) el planteamiento de la iniciativa en la
próxima sesión plenaria. Y así tuvo entrada en el soviet el proyecto
detallado.
El primer artículo declaraba: «Queda abolida en adelante la propiedad
privada de bienes raíces e inmuebles.» En otros se especificaba: la gestión
de todo inmueble incumbirá al Comité de vivienda, elegido por sus ocupantes.
Los asuntos importantes relativos a un barrio lo serán en asamblea general de
sus habitantes, quienes designarán a los miembros del Comité de barrio.
Funciones más abarcadoras son las de los Comités de distrito, y generales, las
del Departamento ejecutivo urbano de los Comités de vivienda, integrado por
delegados de los distritos.
Los miembros bolcheviques del
soviet pidieron que se postergara por ocho horas la discusión del proyecto,
pretextando la importancia del problema y la necesidad de estudiarlo
detenidamente. Aceptado el aplazamiento por el soviet, aquéllos se dirigieron a
Petrogrado para recabar instrucciones del Centro.
En la sesión siguiente, los bolcheviques
pidieron el retiro del proyecto, declarando que un problema de tal importancia
no debía ser resuelto sino por el conjunto del país; que Lenin preparaba un
proyecto al respecto, y que, en interés mismo del asunto, el soviet de Kronstadt
debiera esperar las instrucciones del Centro. Los socialistas revolucionarios
de izquierda, los maximalistas y los anarcosindicalistas propusieron su
inmediata discusión, lo que fue aprobado. En el debate, la extrema izquierda
propuso, ya expuestas todas las opiniones, que se pasara a votación una vez
agotada la discusión y, de ser aprobado el proyecto, proceder a su inmediata
realización. Los miembros bolcheviques y mencheviques se levantaron entonces,
en sugerente coincidencia, y abandonaron la sala, entre aplausos irónicos y
cáusticas frases de los restantes: «¡Helos al fin unidos!»
Un delegado maximalista propuso,
para dar tiempo a los bolcheviques de volver, borrando la impresión de estar
contra la abolición de la propiedad privada, que se votara el proyecto artículo
por artículo. Aprobada la proposición, ocurrió lo previsto. Los bolcheviques
comprendieron su falta de táctica, volvieron a sus asientos y votaron el
artículo primero. Sólo se trataba, para ellos, de un voto de principio. Pero
cuando se pasó a los artículos relativos a los medios de realización de tal
principio abandonaron de nuevo la sala. Algunos bolcheviques que juzgaron
imposible para ellos someterse en ese asunto a la disciplina del partido
permanecieron en sus puestos, participaron en la discusión y votaron el
proyecto, para cuya inmediata realización habían recibido formal mandato de sus
representados. Por ello fueron excluidos del partido, culpables de «inclinación
anarcosindicalista».
El proyecto fue finalmente
aprobado.
Por largo tiempo prosiguió la
lucha apasionada sobre el asunto en talleres, batallones, navíos, etc. (Kronstadt
no estaba sometida aún.) Se realizaban frecuentes reuniones muy concurridas, en
las que los miembros del soviet eran invitados a informar sobre las incidencias
de la discusión en él y aclarar su actitud. Algunos de ellos, bolcheviques
refractarios al proyecto, fueron retirados del soviet por sus electores.
De resultas de todo ello, los bolcheviques iniciaron una violenta campaña
contra los anarcosindicalistas e intentaron sabotear la aplicación del proyecto
aprobado. Fue en vano.
Bien pronto quedaron constituidos
los comités (de vivienda, de barrio, etc.) y empezaron a funcionar. El plan
entró en vigor, haciéndose realidad el principio «Todo habitante tiene derecho a adecuado alojamiento.» Las casas
fueron metódicamente visitadas, examinadas y censadas por los comités, para su
distribución equitativa. Así se descubrió que, mientras en pésimas buhardillas
se amontonaban pobres gentes, a veces varias familias juntas, departamentos de
diez a quince habitaciones, bien soleados y confortables, estaban ocupados por
pocas personas. El director de la Escuela de Ingenieros, por ejemplo, soltero,
ocupaba él solo un lujoso departamento de veinte habitaciones. Al serle censada
la residencia y anunciada la reducción de su espacio vital para poder acomodar
a algunas familias libradas de las malsanas buhardillas, protestó ruidosamente
y calificó el acto de «verdadero bandolerismo».
Los desdichados que llenaban las
barracas insalubres, las mansardas infectas y los inmundos subsuelos no
tardaron en disponer de más sano y confortable alojamiento. y aun se
acondicionaron algunos hoteles para los viajeros.
Cada Comité de distrito organizó
un taller para la reparación y acondicionamiento de los inmuebles, los que
funcionaron satisfactoriamente.
El
gobierno bolchevique lo destruyó todo más tarde, eliminando de raíz tan
constructiva experiencia.
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