Bombas De Verano [Relato De Agustín Moreno Carmona Sobre Los Buenos Tiempos De La COPEL]
“Pájaro herrero”. Dibujo en la Facultad de Filosofía de Zoroaga (Donosti), de la lucha pro amnistía
BOMBAS DE VERANO
La Copel fue un gigante antifranquista
sin nombre que creció imparable desde julio de 1976. Las diferentes
fuerzas crearon un ente político identitario a finales de ese año.
Constituida por su simbología y su esperanza, las cabezas de la hidra
extendió la razón humanitaria. Tanteos expresivos dieron lugar a las
primeras escaramuzas. La represión fracturó al gran ente, dispersándolo
por núcleos en los aislamientos de otras cárceles. Los grupos dispersos
estaban muy concienciados, eran combativos y muy informados. El núcleo
de Carabanchel no era mejor que el resto, sino que aprovechó su
oportunidad preparándose por las comunicaciones clandestinas, con un
compañerismo extremo, para la gran batalla en el lugar mas privilegiado
para la lucha.
El tedio, el aburrimiento, la
inactividad, la desgana, la atrofia, la derrota, la parálisis, eso
creían los carceleros, el Ministro, el estado. Los comunicados a los
mass media era la integración controlada por el estado durmiendo las
palabras. La Copel dominada, inanimada, desconcertada, sumisa, inactiva,
la suponían muerta. En el interior de esa imagen exportada había un
bullicio, actividad clandestina frenética. Todos a una en la trama. El
gran golpe.
Por encima de un muro, por una rendija,
puerta, ventana, locutorio. Enterrando cuerdas, escondiendo entre yerbas
un garfio, informando a 1500, haciendo un túnel, camuflando las
pancartas. Personas paseando por el patio circular que solo tenían
pensamiento en la lucha. Bajo la piel de la Copel crecían argumentos y
elementos. Bajo la aparente normalidad un mundo fantástico crecía en el
sueño de los presos.
Constituyeron el grupo de artificieros
para divertirse con un nuevo reto al régimen, que nunca supo de este
ingenio. Cada actuación de los artificieros los ánimos llevaban a la
fiesta. Brindan una sonrisa. Brindan una carcajada. La alegría es muy
borracha.
Eran ingeniosos y rudimentario
artefactos reventando en las terrazas vacías de las galerías de
Carabanchel. Los carceleros inquietos buscaban el origen de las
explosiones por patios muertos y dependencias comunes. No hay rastros.
Serán cohetes de la calle. A las tres la tarde las calurosas calles
vacías. No había tormenta pero sí una explosión periódica. El Consejo de
Ministros ignoraba que era una maniobra de distracción de un colectivo
pensante.
Ingentes cantidades de cajas de cerillas llegaban a la Rotonda volando y en los bolsillos. Sobre el muro de los presos políticos panfletos para allá y cerillas para acá. Las cabezas de las cerilllas desmenuzadas una a una.
Ingentes cantidades de cajas de cerillas llegaban a la Rotonda volando y en los bolsillos. Sobre el muro de los presos políticos panfletos para allá y cerillas para acá. Las cabezas de las cerilllas desmenuzadas una a una.
Los somieres tenían tubos cilíndricos de
unos 10 centímetros en las esquinas, introduciendo en los huecos
circulares de las estructuras metálicas delanteras y trasera, las patas,
anclando las tres piezas que formaban la cama. Al arrancar el cilindro
macho del somier se obtenía un tubo hueco, la carcasa de la bomba. De
cada somier solo se arrancaba una carcasa, fijando con cuerdas la
amputación para el equilibrio y pasar sin objeción la requisa. La
carcasa tenía la boca por la por la parte arrancada. Se rellenaba con
las cabezas molidas de miles de cerillas. Se cerraba con cera y otros
materiales. La bomba de prueba se lanzó a una terraza del Reformatorio
de Jóvenes de Carabanchel. Al día siguiente la vertical del Sol calentó
el tubo metálico, la pólvora interna entró en combustión y ante la
acumulación de gases el tubo reventó en su elevada soledad, sobre las 15
horas PM. Tenían las bombas y la hora. Con discreción los copelianos
levantaron a hombros al equipo artificiero. Siguieron explosiones
espaciadas en las terrazas de Carabanchel. Ojo, control, un economato de
una galería agotó las cerillas. Bajó la producción. Los carceleros se
olvidaron de la Copel, los ruidos estaban alejados y en la Rotonda no
pasaba nada. Eran bombas de verano. Eran bombas psicológicas. Era la
palabra escondida. Era la palabra psicológica. Exactamente era el
preludio de la batalla de Carabanchel.
Agustín Moreno Carmona
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